Situado en lo alto de la Sierra Madre Occidental en la ruta ferroviaria de la Barranca del Cobre, la Estación Creel se encuentra enclaustrada en un paraíso de ecosistemas y seductores naturales. Esta concentración de maravillas inertes y dinámicas lo ha convertido en un imán para la comunidad eco-turística.

Naturalista por voluntad, el eco-turismo busca el equilibrio entre el ser humano y el entorno natural, y viceversa, entendiendo la relación como parte del ciclo de coexistencia. En manos del eco-turista, este equilibrio es capaz de restaurar las tradiciones culturales de un lugar, o en casos particulares, crear las tradiciones culturales necesarias para el establecimiento de nuevas identidades.

Este proyecto está particularmente interesado en la experiencia del visitante y el legado resultante. Busca hacerse de una identidad casi inmediata, distinguiéndose sin adiciones al programa y con bajo impacto ecológico, económico y social.

Emplazado en el valle de Creel, paralelo a una barrera rocosa natural, el terreno de proporción estrecha, replica las condiciones ideales para un arreglo programático llano y lineal. Sin embargo, entendiendo el éxito conceptual del proyecto en base a la densidad de actividades disponibles por visitante y su herencia popular, se optó por un acomodo sutilmente cóncavo de colectivos de igual población, compuestos de desplazamientos volumétricos verticales y horizontales, que admitieran una secuencia de áreas apropiables.

Este arreglo secuencial de desplazamientos, favorece la articulación de estructuras de comportamiento más complejas, inductoras de la combinación, simultaneidad y el enlace entre actividades. Esta sucesión de sólidos y vanos (y enlaces), crea ambientes familiares con una escala casi urbana, que atrapa al exterior para incrementar las posibilidades programáticas del interior, y viceversa.